Conocer y vivir el duelo
“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL; es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (duele el dolor de los otros), y espiritual (duele el alma)”. J. Montolla
El duelo es una experiencia muy íntima que cada persona vive de manera individual. Incluso cuando hay que enfrentarse a un duelo común dentro de la familia, cada miembro lo vive de un modo distinto. Es una reacción emocional ante una pérdida, una de las experiencias más estresantes que tiene que afrontar el ser humano.
Cuando hablamos de duelo no nos referimos solo al proceso que sigue al fallecimiento de una persona querida, sino también a otras pérdidas significativas, ya sean sentimentales (amorosas, familiares, amistades), pérdidas materiales (cambios de trabajo, de ciudad, de vivienda) y pérdidas vitales (ir pasando por las diferentes etapas de la vida).
Los problemas emocionales derivados del duelo son una de las principales causas de atención en salud mental.
Hay muchas y diferentes sensaciones que podemos sentir ante cualquier tipo de pérdida. Aparecen sensaciones contradictorias (alivio y dolor), problemas de sueño, sensación de vacío, angustia, miedo al futuro, sentimientos de ira… A esto se añade la sensación de falta de comprensión y ayuda. Es muy frecuente escuchar frases hechas como “sé cómo te sientes” o “tienes que salir”, que son tópicos dañinos cuando una persona se encuentra en un proceso difícil.
Ante estas situaciones muchas personas evitan, casi siempre inconscientemente, hablar de sus sentimientos, de situaciones, pensar o actuar sobre algo relacionado con el dolor que sienten… Cuando el proceso de duelo no se resuelve adecuadamente o se complica, puede desencadenar problemas psicológicos y de salud importantes como depresión, ansiedad, abusos de fármacos y alcohol, problemas cardíacos. Es muy importante intentar enfrentarse a la situación, a lo cotidiano, dejar hueco al dolor, desahogarse, llorar, compartir sentimientos y vivencias en un ambiente de aceptación, escucha y respeto.
A veces nos sentimos perfectamente capaces de afrontar un duelo por nosotros mismos, repetimos en nuestra cabeza “yo puedo con todo”, y vemos que el tiempo pasa y no hemos sentido esa explosión de sentimientos que esperábamos encontrar. Pero esa situación puede cambiar de un día para otro, o simplemente haber estado ahí sin ser nosotros conscientes. La ayuda de nuestro entorno nos puede hacer ver la luz al final del túnel. Y no debemos tener miedo a recurrir a un profesional si sentimos esa necesidad. El dolor no se puede eliminar, pero sí podemos aprender recursos que nos ayuden a vivir el proceso de duelo de una manera consciente, evitando la aparición de procesos patológicos.
Ángela Sáez Díaz, Susana Sáez Pindado.
Psicólogas. Medicálitas Ávila.